El agua es un elemento básico para la vida, por lo que es importante que esté limpia y segura para el consumo. Hay varios tipos de filtros para el agua potable, cada uno con sus propias características y usos. Dentro de los filtros más comunes están los filtros de arena, carbon activado, y osmosis inversa. Cada uno tiene su propio objetivo cuando se trata de purificar el agua. Por ejemplo, los filtros de arena son útiles para remover partículas grandes y sedimentarias del agua.
El filtrado de agua por osmosis es uno de los sistemas más populares junto a los filtros de carbón activado. De hecho, es habitual que se empleen de forma complementaria. Los filtros osmosis inversa emplean membranas con microporos que, a modo de colador, impiden el paso de los sólidos disueltos en el agua ‘impura’ procedente de la toma. El líquido limpio pasa a un nuevo depósito mientras que las impurezas retenidas se eliminan por el desagüe. Conviene invertir en un equipo de ósmosis inversa de alta calidad para evitar la pérdida de agua durante el proceso.
Es un sistema de filtración a partir de bloques o granos de carbón con propiedades de absorción aumentadas. Las partículas no deseadas en el agua se adhieren a estos por contacto y el producto resultante queda libre de contaminantes. El carbón activado puede además eliminar el mal olor del agua y los principales químicos que dañan la salud de las personas.
Consiste en el empleo de resinas iónicas en forma de granos esféricos. Dependiendo de las particularidades de cada producto, el filtrado por intercambio iónico puede servir para descalcificar, reducir la salinidad o eliminar los nitratos del agua. Ofrece prestaciones que por sí solos no ofrecen los filtros de carbón activado, por lo que es frecuente la integración de ambos sistemas.
El chorro de agua atraviesa un conducto recubierto con materiales cerámicos porosos que eliminan microorganismos y partículas en suspensión sin necesidad de recurrir a elementos químicos. No son tan efectivos como los filtros de ósmosis inversa o los de carbón, pero es un método de filtrado tradicional que ha demostrado ser muy duradero.
La filtración del agua se lleva a cabo mediante pulsos de luz que atacan a las bacterias que puedan estar presentes en el líquido. La desventaja de este sistema es que no sirve para atrapar partículas sólidas, por lo que se recomienda su uso combinado con otros tipos de filtros de agua en los que se emplean mallas, membranas o químicos.